Cerdos: La realidad detrás del mito carnista.

dos cerditos felices en el campo

Es el cuarto animal más inteligente del mundo, por delante del perro. Tiene la misma capacidad cognitiva de una niña de 3 años. Y en cambio, es también el animal más consumido por su carne en todo el mundo.

Un 43% del total de la carne consumida proviene del cerdo, por delante de la carne de pollo y la de ternera.

Listos, sociables y muy familiares…

Los cerdos son animales extremadamente inteligentes, pero es no es todo, son muy sociables y crean fuertes lazos con su familia y otros animales.  Les gusta dormir abrazados y además sueñan, y se saludan frotando sus hocicos. 

Pero además son capaces de comunicarse con hasta 20 tipos de sonidos diferentes que utilizan depende de cada situación, desde un “hola amigo” hasta un “tengo hambre”.

También son muy empáticos, e intentan alegrar a otros animales o personas cuando están tristes. Pero eso no es todo, incluso cuando alguien esta en peligro intentan salvarlo. De hecho hay muchos casos de cerdos que han salvado vidas, como por ejemplo avisando de infartos de personas o encontrando a gente en derrumbamientos, ya que su olfato es 2.000 veces más potente que el nuestro.

Las mamás cerdas tienen un fortísimo instinto maternal, les cantan nanas a sus crías para tranquilizarlas y dormirlas y además éstas reconocen la voz de su madre y desde los dos meses ya reconocen también su propio nombre.

… ¡y súper limpios!

La mala fama que tienen de sucios es totalmente infundada. Los cerdos son animales muy limpios, pero como no tienen glándulas sudoríparas se recubren de barro para estar más fresquitos y además proteger su delicada piel de los rayos del sol.

Realmente detestan estar sucios o compartir un espacio lleno de suciedad y heces. Por esta razón en la industria desarrollan conductas agresivas, incluso canibalismo, por el estrés y los trastornos psicológicos que les produce esa suciedad, hacinamiento e insalubridad.

Y sin embargo, sufren el horror más absoluto

En la industria, a las cerdas se las inmoviliza en jaulas metálicas dónde no pueden girarse, ni siquiera ponerse de pie. Se las insemina artificialmente dos veces al año y cuando nacen sus crías no pueden acariciarles ni tocarlos. No pueden moverse y muchos incluso mueren aplastados por su propia madre.

Vidas segadas cuando aún son bebés

Los cerdos pueden llegar a vivir entre 15 o 20 años, pero en la industria a los lechones los envían al matadero entre los cuatro y los seis meses, como mucho. Sino antes, con días, como en el caso de los cochinillos…

Durante esos meses los cerdos son criados en lugares donde no pueden expresar su comportamiento natural, como jugar, mantenerse limpios o socializar con otros animales. Eso les produce un tremendo sufrimiento. No ven la luz del día, viven hacinados, en sus propios excrementos, y solo salen de esas terribles naves de engorde cuando van camino del matadero.

Las madres en cambio son enviadas al matadero a los tres años, destrozadas después de dos partos al año en esas terribles condiciones…

Un holocausto a nivel mundial

En la actualidad hay en el mundo 1.000 millones de cerdos, 1 por cada 6 personas. El problema de mantener estas cifras repercute directamente ya no solo en los millones de vidas asesinadas cada año, sino en graves problemas medioambientales con las instalaciones de las macrogranjas y macromataderos, como, por ejemplo, el caso del macromatadero de Binéfar, dónde hicimos una vigilia en agosto de 2019 y ya dimos cuenta de datos espeluznantes.

Piscifactorías: Granjas intensivas de peces

Granja intensiva de rodaballos

No, las piscifactorías están muy lejos de ser una solución, de hecho, todo lo contrario.

Las piscifactorías son terriblemente crueles con los animales ya que ni existen unos mínimos aplicables de bienestar animal. No son nada ecológicas, sino todo lo contrario. Y, además, tampoco producen un pescado de calidad rico en nutrientes como el omega 3, fósforo, etc, debido a las condiciones de hacinamiento y mala alimentación a la que se ven sometidos, ya que su alimentación es a base de piensos. 

Las instalaciones son terroríficas, caracterizadas principalmente por un hacinamiento brutal, algunas veces son jaulas o vallas metálicas introducidas en ríos, lagos o en el mar. Pero también las encontramos en tierra firme. De hecho en el centro de España hay varias piscifactorías, piscinas gigantes donde son criados al año unos 120.000 millones de peces.

Hacinamiento insoportable

Los peces se vuelven locos en estas “piscinas” abarrotadas de peces.

No pueden utilizar sus sentidos. Chocan constantemente unos con otros y contra las propias paredes o vallas metálicas, lo que les producen cortes y laceraciones en sus aletas y escamas.

Pero además para todas aquellas especies que en libertad forman jerarquías sociales, estas circunstancias les hacen comportarse de una manera muy agresiva, llegando incluso, en muchos ocasiones, al canibalismo.

La falta de oxígeno, debido al propio hacinamiento, les genera también muchísimo estrés, muriendo en muchos casos por asfixia.

Inanición forzosa antes de su muerte

Además antes de su muerte se les hace pasar un hambre extrema. Tan solo los alimentan para que sus cuerpos puedan asimilar dicho alimento y transformarlo en carne. Por lo tanto, los granjeros entienden que es un desperdicio alimentar a unos animales que están cerca de la muerte.

Y además ésta, su muerte, es absolutamente terrible también ya que los métodos más habituales utilizados son: electrocución, asfixia o golpes.

Efectos desastrosos en el medioambiente

Pero además de la explotación y el maltrato animal existentes en estos sitios, la repercusión en el medio ambiente también es letal. Se emplean productos químicos muy agresivos para el tratamiento de las aguas, además del empleo sistemático de fertilizantes, desinfectantes, sustancias anti-bacterianas, una cantidad ingente de antibióticos y otros tipos de medicamentos, plaguicidas, aditivos alimentarios, anestésicos, etc…

¿Seguís viendo comer peces de la misma manera?

El hacinamiento está “justificado” porque estas explotaciones intensivas deben compensar las muertes de un gran número de individuos debido, a las condiciones de vida. Las ganancias deben de superar las pérdidas, por lo que cuantos más peces tengan, mejor. Y aquí, por supuesto, ni hablar de bienestar animal ni de cualquier medida mínima de protección animal…

El término piscicultura proviene de la concepción religiosa judeocristiana, la cual no considera a los peces ni como animales, sino como frutos del mar. Algo totalmente alejado de la realidad, ya que está más que demostrado que  los peces son animales que sienten exactamente igual que cualquier otro animal, como un ave o un mamífero. Además son inteligentes e incluso forman sociedades complejas.

Por lo tanto, además de sentir dolor, no desean sufrir y, como cualquier animal, también quieren vivir. Cuando un pez es sacado a la superficie empieza a ahogarse, el proceso es muy cruel. Abren la boca e intentar moverse. Se ve perfectamente su dolor. Incluso los peces pequeños emiten gemidos de dolor, pero que nuestro oído no puede percibir.

La solución pasa por no consumir más peces

Sabemos, como ya hemos hablado en otro post, que la pesca está acabando con nuestros mares y océanos. Las cifras son escalofriantes.

Cada año la pesca industrial captura a un número de peces equivalente a la población humana de 142 planetas Tierra. Los peces no se cuentan ni por individuos, sino por toneladas.

Además muchos de los peces capturados por las redes de arrastre no son aptos para el consumo y sus muertes son consideradas desechos.

La industria pesquera mata a más individuos que toda la industria ganadera junta. Y las proyecciones no paran de crecer: la propia FAO calcula que de cara a 2030 se alcanzarán los 200 millones de toneladas de capturas anuales.

Fuentes:

Animales de granja y antibióticos

trozo de carne con 4 inyecciones de distintos colores, representan la cantidad de antibióticos que tienen la carne y el pescado

¿Sabéis que más de 700.000 personas mueren cada año en todo el mundo (30.000 de ellas solo en Europa) por infecciones provocadas por bacterias que se han hecho resistentes a los medicamentos específicamente creados para combatirlas (antibióticos)?

Si esta tendencia continúa, la OMS calcula que a mediados de este siglo morirán unos 10 millones de personas al año por la resistencia a los antibióticos.

Y esto, ¿qué tiene que ver con el veganismo?

Pero, ¿sabéis por qué está sucediendo esto? Pues una vez más, nos encontramos como culpable a la ganadería industrial. Según un informe de la FAO, se calcula que en la actualidad se están utilizando en animales en todo el mundo 27 clases diferentes de antibióticos. El 99,9% de estos fármacos son utilizados en la cría de vacas, cerdos, ovejas, cabras, pollos y otros animales destinados a la producción de alimentos. El 0,1% restante se usa en las mal llamadas “mascotas”. 

El uso preventivo agrava el problema

Muchas veces se emplean de forma rutinaria, se les añade a los piensos o al agua, incluso cuando los animales están sanos, para así tratar de evitar infecciones y que los animales engorden más rápido.

Lógicamente cuanto mayor es el uso de antibióticos es las granjas, mayor es también la probabilidad de que aparezcan cada vez más bacterias resistentes a todos los antibióticos disponibles dando lugar a infecciones imposibles de tratar.

España, líder de la UE en su consumo

Además dentro de la UE, España es el país que más antibióticos consume. Como dato, en 2014 un tercio de todos los antibióticos utilizados en la UE fueron vendidos en España. La carne producida en España tiene tres veces más antibióticos que la producida en Alemania, seis veces más que la producida en Francia y casi diez veces más que la producida en Dinamarca. Pero además teniendo en cuenta que estos países tienen el doble o el triple más de animales que España… los cálculos son fáciles de interpretar.

El negocio de la carne, altamente rentable para la industria cárnica, sale realmente caro al resto de la sociedad. El abuso de antibióticos en los animales destinados a consumo amenaza ya a millones de personas.

El hacinamiento, la insalubridad y las terribles condiciones de cría de los animales de granja hace que estas sean focos de infecciones. Cuando consumimos la carne de estos animales, no solo ingerimos su dolor y su sufrimiento, ingerimos sus medicamentos, sus antibióticos y todos los suplementos que les introducen en los piensos. 

El consumo de animales no es ético, y eso es lo más importante. Pero es que tampoco es ni sostenible ni saludable.

Fuentes: 

  • BIOECOACTUAL
  • Igualdad Animal
  • Alimentar el Cambio
  • Agencia Europea del Medicamento.
  • FAO

Identificarse