Animales de granja y antibióticos

trozo de carne con 4 inyecciones de distintos colores, representan la cantidad de antibióticos que tienen la carne y el pescado

¿Sabéis que más de 700.000 personas mueren cada año en todo el mundo (30.000 de ellas solo en Europa) por infecciones provocadas por bacterias que se han hecho resistentes a los medicamentos específicamente creados para combatirlas (antibióticos)?

Si esta tendencia continúa, la OMS calcula que a mediados de este siglo morirán unos 10 millones de personas al año por la resistencia a los antibióticos.

Y esto, ¿qué tiene que ver con el veganismo?

Pero, ¿sabéis por qué está sucediendo esto? Pues una vez más, nos encontramos como culpable a la ganadería industrial. Según un informe de la FAO, se calcula que en la actualidad se están utilizando en animales en todo el mundo 27 clases diferentes de antibióticos. El 99,9% de estos fármacos son utilizados en la cría de vacas, cerdos, ovejas, cabras, pollos y otros animales destinados a la producción de alimentos. El 0,1% restante se usa en las mal llamadas “mascotas”. 

El uso preventivo agrava el problema

Muchas veces se emplean de forma rutinaria, se les añade a los piensos o al agua, incluso cuando los animales están sanos, para así tratar de evitar infecciones y que los animales engorden más rápido.

Lógicamente cuanto mayor es el uso de antibióticos es las granjas, mayor es también la probabilidad de que aparezcan cada vez más bacterias resistentes a todos los antibióticos disponibles dando lugar a infecciones imposibles de tratar.

España, líder de la UE en su consumo

Además dentro de la UE, España es el país que más antibióticos consume. Como dato, en 2014 un tercio de todos los antibióticos utilizados en la UE fueron vendidos en España. La carne producida en España tiene tres veces más antibióticos que la producida en Alemania, seis veces más que la producida en Francia y casi diez veces más que la producida en Dinamarca. Pero además teniendo en cuenta que estos países tienen el doble o el triple más de animales que España… los cálculos son fáciles de interpretar.

El negocio de la carne, altamente rentable para la industria cárnica, sale realmente caro al resto de la sociedad. El abuso de antibióticos en los animales destinados a consumo amenaza ya a millones de personas.

El hacinamiento, la insalubridad y las terribles condiciones de cría de los animales de granja hace que estas sean focos de infecciones. Cuando consumimos la carne de estos animales, no solo ingerimos su dolor y su sufrimiento, ingerimos sus medicamentos, sus antibióticos y todos los suplementos que les introducen en los piensos. 

El consumo de animales no es ético, y eso es lo más importante. Pero es que tampoco es ni sostenible ni saludable.

Fuentes: 

  • BIOECOACTUAL
  • Igualdad Animal
  • Alimentar el Cambio
  • Agencia Europea del Medicamento.
  • FAO

Ganadería industrial y despoblación rural

Granja de cerdos de Girona con cerdas hacinadas.

No son pocos los estudios que han demostrado la relación directa entre la ganadería industrial en nuestro país y la pérdida de empleo y de población en el mundo rural, en los lugares dónde se concentran un mayor número de animales.

Pero además de la despoblación y el desempleo que afecta directamente a esto lugares, también nos encontramos con grandes impactos sociales y medioambientales. Estas son algunas de las consecuencias directas:

  • Despilfarro del consumo del agua, (cada kilogramo de carne de vacuno requiere 20.000 litros de agua).
  • Contaminación del aire por amoniaco y por las emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Contaminación del suelo y las aguas fluviales por los nitratos procedentes de los purines.

En total, según datos de la organización internacional GRAIN, el modelo ganadero industrial genera entre el 23 % y el 32 % de las gases de efecto invernadero a nivel mundial.

Desastre medioambiental nacional…

Por supuesto, toda esta contaminación de aire, suelo y agua tiene consecuencias negativas directas en la salud de las personas. Está demostrado que la población local cercana a este tipo de explotaciones intensivas se ve afectada cada vez más por problemas respiratorios asociados al amoniaco y a las micro-partículas procedentes de este tipo de ganadería.

…consecuencia del holocausto animal…

Sólo en la provincia de Lérida, existen más de 4 millones de cerdos censados. Es increíble ver como este modelo de granjas, que ya no se estila en el resto de Europa debido a todo lo que ya se conoce que conlleva y sus desastrosas consecuencias está, en cambio, proliferando en nuestro territorio.

Los datos del sector porcino son escalofriantes. Los datos del  Ministerio de Agricultura muestran que el año pasado se sacrificaron 52,4 millones de cerdos, en total 4,52 millones de toneladas de carne. Esto significa que nos mantenemos en la cuarta posición mundial, tan solo por detrás de China, Estados Unidos y Alemania.

…y al servicio del mercado internacional

No deja de ser curioso cómo el consumo de carne de todo tipo ha retrocedido en España el 2,6%. Sin embargo la  exportación aumentó en un 60% en carne de cerdo, principalmente con Asia como principal destino.

La ganadería en general es la responsable del 67 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector agrícola, que es ya el cuarto principal emisor de España. Pero es que el porcino en particular es ya responsable del 22 % de las emisiones de la ganadería en España.

Y las consecuencias las pagan la España rural…

La ganadería intensiva ya no es solo que económicamente no beneficie en absoluto a los pueblos, sino que debido a todo lo que hemos mencionado anteriormente, los empobrece.

En las comparativas realizadas entre municipios con esta industria y otros que se están dedicando a otro tipo de actividades económicas, como la pequeña transformación artesanal o el turismo rural sostenible, los primeros pierden mucha más población que los segundos.

… Y el Sur global

Pero esta problemática va mucho más allá y no afecta solo a nuestro medio rural, sino que las consecuencias de la ganadería industrial ejercen una enorme presión sobre los países del Sur.

No en vano, es en estos paises donde se plantan la gran mayoría de monocultivos como soja, maíz y otros cereales, que se utilizan para la elaboración de piensos y abastecer toda esa demanda de esos millones de animales.

Esto conlleva ya no solo el acaparamiento de tierras y el consecuente desplazamiento de comunidades enteras, sino que sus habitantes deben de hacer frente a entornos empobrecidos debido a la deforestación, así como a diversas enfermedades producidas por esos monocultivos o incluso la intimidación y, en muchos casos, la muerte de líderes campesinas.

  • Greenpeace
  • Ecologistas en Acción
  • El País
  • Stop Ganadería Industrial

El deshielo y el aumento del nivel del mar

Nueva York inundado con la Estatua de la Libertad en primer plano con agua hasta el pecho y Manhattan al fondo

Una de las consecuencias más graves de esta emergencia climática en la que estamos inmersas, es el aumento del nivel del mar debido al deshielo de las zonas más frías del planeta. De hecho, esta subida del nivel del mar se ha acelerado en los últimos años llegando a cifras realmente alarmantes y nunca hasta ahora registradas.

Cada año se emiten más gases de efecto invernadero…

Los gases de efecto invernadero emitidos por el ser humano hacen que este deshielo por el aumento de la temperatura en el periodo comprendido entre 2007 y 2016 se haya triplicado con respecto a la década anterior. De hecho, desde los años 70 ha desaparecido un 35 % del hielo en el Polo Norte. Pero la emisión de gases de efecto invernadero en general, y del dióxido de carbono en particular, también contribuyen a la acidificación de los océanos. Hacen que disminuya el ph marino, cambiando así la composición química del agua. Y esto afecta al  crecimiento, reproducción y a otros procesos fisiológicos de los organismos marinos.

Lógicamente, el deshielo de los Árticos hace que el nivel del mar suba, algo trágico para muchas zonas y ciudades costeras. Pero además cambiarán los patrones climáticos con el aumento de las olas de calor, las lluvias torrenciales y las inundaciones.

Esto sucede porque el agua que se derrite no solo contribuye a elevar el nivel del mar, sino que altera las corrientes oceánicas, que son las que establecen el equilibrio de las temperaturas a través del planeta, manteniendo algunas zonas con climas estables y llevando calor a latitudes más bajas.

… Y las consecuencias van a ser devastadoras

Los datos de la rapidez del deshielo son espectaculares, de hecho este mismo agosto pasado el casquete glaciar groenlandés perdió en un solo día 11.000 millones de toneladas, cifra récord, siendo más del doble de la media diaria en la época de deshielo.

Pero la pérdida de los glaciares no solo afecta al aumento del nivel del mar, tiene también otras graves consecuencias como, según explica el informe del IPCC The Intergovernmental Panel on Climate Change (siglas en inglés), produce una alteración de “la disponibilidad y la calidad del agua dulce”, y esto tiene directamente implicaciones en la agricultura y la producción de energía hidroeléctrica.

Las previsiones desde luego no son nada halagüeñas. En el mejor de los casos, el que recoge el acuerdo del París por el cual la temperatura no debería de aumentar en más de 2ºC, en este escenario se pronostica un aumento del nivel del mar de 43 centímetros para 2100 (tengamos en cuenta que entre 1902 y 2015 el aumento ya fue de 16 centímetros). Y en el escenario más pesimista, en donde las emisiones sigan creciendo al mismo ritmo que hasta ahora, el incremento del nivel del mar llegaría hasta los 84 centímetros y podría superar el metro. 
Así que ya es el momento de poner sobre la mesa y empezar a actuar realmente contra uno de los mayores causantes de toda esta crisis climática: la ganadería intensiva.

Desengáñate, los lácteos no son sanos ni buenos para tu salud

bodegón de lácteos de distintos tipos

Somos la única especie del planeta que sigue consumiendo después del destete y, más concretamente, leche de otra especie. Y además esto es, en términos evolutivos, realmente algo nuevo, ya que tan solo se lleva haciendo desde hace unos 10.000 años aproximadamente. Por ello muchísimas personas tienen intolerancia a la lactosa, este dato varía entre el 5% y el 90% de la población dependiendo de su origen étnico, pero, por lo general, se estima que el 75% de la población adulta tiene algún grado de intolerancia.

Incidencia de los lácteos en la osteoporosis y el cáncer

Pero incluso hay más. Diversos estudios han demostrado cómo, curiosamente, las poblaciones con menos consumo de lácteos, por ejemplo países como China o Japón, tienen unos niveles de osteoporosis muchísimo menores que los países donde el consumo de leche es algo habitual, por ejemplo EE. UU. o norte de Europa. Y esto no tiene nada que ver con la Vitamina D, imprescindible en la fijación del calcio, ya que en Australia sucede lo mismo y goza de grandes cantidades de sol.

La Universidad de Harvard los ha quitado de su pirámide nutricional hace ya algunos años, e incluso hay médicos, como el doctor Colin Campbell, profesor emérito de bioquímica alimentaria de la Universidad de Cornell, en Nueva York, e investigador científico, que han llegado a afirmar que «la caseína de la leche sería el carcinógeno más potente que existe». No olvidemos que las pirámides nutricionales son también políticas, y que se recomiendan consumos de determinados productos y alimentos que favorecen a una determinada industria.

A  estas alturas ya nadie puede negar los problemas de salud que conlleva el consumo de lácteos, diversos estudios científicos de diferentes Universidades y Comités así lo han demostrado. Su consumo acarrea problemas como osteoporosis, enfermedades autoinmunes, alergias, asma, diabetes, y hasta un alto riesgo de padecer cáncer, especialmente de colón, próstata y ovario.

Fuentes vegetales ricas en calcio

Y, por supuesto, existen fuentes de calcio vegetales incluso mucho mejores que la leche, como los vegetales de hoja verde, el brócoli, los frijoles o el tofu.

Os dejamos un cuadro de DimeQueComes dónde esto se ve claramente:

Pero y entonces, ¿cómo es posible que sigamos creyendo que el consumo de lácteos es bueno para nuestra salud y que la necesitamos como la mejor fuente de calcio? Pues fácil, la industria láctea mueve muchísimo dinero, tan solo en EE.UU. existen más de 9 millones de vacas que producen leche, por lo tanto tienen un problema real de excedente, así que con grandes campañas de marketing logran mitigar esa bajada generalizada de su consumo. En nuestro país, por ejemplo, el sector lácteo factura 13.000 millones de euros al año. Pero del mismo modo, existe un descenso de su consumo, y también necesitan grandes campañas de marketing para seguir amortizando su producción y fomentando su consumo.

Y esto es solo en cuanto a salud se refiere…

En otro post ya os hemos hablamos de lo que la ganadería intensiva y los gases de las vacas están perjudicando al medio ambiente, y desde un punto de vista ético el consumo de lácteos fomenta una de las prácticas más terribles que existen en cuanto a maltrato animal, ya que, como toda mamífera, la vaca solo da leche cuando tiene un hijo y para que los seres humanos nos podamos beber su leche, el hijo debe ser separado de su madre nada más nacer.
Por lo tanto, no necesitamos la leche de ninguna otra especie para vivir, de hecho, su consumo perjudica gravemente nuestra salud.

Los pedos de las vacas nos están matando

Vacas hacinadas en una granja en Binéfar

La ganadería emite más gases de efecto invernadero que toda la industria del transporte junta. Sí, has leído bien; coches, camiones, aviones, barcos… Toda.

Este dato no nos lo inventamos nosotras, sino que lo aporta un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). En dicho estudio se demuestra que la ganadería genera más gases de efecto invernadero, el 18% para ser exacto, que toda la industria del transporte en su totalidad. Pero esto no es todo, la actividad agrícola, ganadera y la gestión del sistema alimentario actual generan el 23 % de los gases de efecto invernadero, según un informe del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).

Y no debemos obviar el dato de que la mayoría de ese suelo agrícola se utiliza para alimentar a todo ese ganado.

Además es muy importante destacar también que la ganadería es una de las principales causas de la degradación del suelo y de los recursos hídricos.

Tan solo por el uso de la propia tierra, el sector ganadero es responsable del 9% del dióxido de carbono. Pero este porcentaje se eleva cuando hablamos de otros gases de efecto invernadero todavía mucho más peligrosos, como el óxido nitroso, que procede del estiércol y es 296 veces más perjudicial que el dióxido de carbono. Como veis, estos datos son realmente alarmantes, pero aún hay más.

La ganadería emite el 37% de todo el metano producido, este gas es altamente perjudicial para nuestra salud y se origina, en su mayoría, en el sistema digestivo de los rumiantes.

Pero, ¿qué son exactamente los gases de efecto invernadero?

Los “Gases de Efecto Invernadero” (GEI) son aquellos gases que en la atmósfera  atrapan radiación y estos incluyen el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O) y el metano (CH4), entre otros. A partir de la revolución industrial, la actividad humana ha causado el aumento de las concentraciones de GEI en la atmósfera lo que ha llevado a un aumento de la temperatura atmosférica de la Tierra, lo que conocemos habitualmente como “Calentamiento Global”.

Durante los últimos dos siglos, la concentración de CO2 y de N2O en nuestra atmósfera ha aumentado un 31% y 16%, respectivamente, mientras que la concentración de metano se ha duplicado en el mismo periodo. De los tres gases mencionados, el más abundante en la atmósfera es el CO2, mientras que el más dañino por su potencial de calentamiento es el N2O.

¡Necesitamos cambios reales ya!

Por lo tanto, no entendemos cómo con estos datos, tan alarmantes y al mismo tiempo tan reales, este tema sigue sin ponerse sobre la mesa. En los debates políticos se sigue hablando de otro tipo de contaminantes como los combustibles fósiles, que sí, cierto, también afectan, pero que no son la causa principal ni del calentamiento global ni de la crisis climática que estamos sufriendo. El mundo necesita con urgencia un sistema alimentario basado en plantas, ya no solo por ética, sino por una emergencia medioambiental.

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