Vigilias, o despedir a las víctimas en los mataderos

Rocío y Antía se despiden de los cerdos frente a un camión que se dirige al matadero

De todos los tipos de activismo que hay, o que hacemos nosotras, la verdad es que las vigilias son sobre lo que más nos soléis preguntar y quizás también lo que más llama la atención, sobre todo a personas no veganas. 

Las vigilias son muy duras a nivel emocional, no os vamos a engañar. Es demoledor ser testigo directo del asesinato de miles de animales en las pocas horas que duran. Y pagas un coste emocional por estar allí y acompañarlos que luego, como es normal, cada persona gestiona de una determinada manera y es algo muy personal.

Estar en las puertas de los mataderos y ver como entran los camiones, con esos animales asustados dentro, hacinados en muchos casos, como los pollos o los cerdos, con heridas abiertas, cubiertos de heces, pises y vómitos… Y esas miradas que se te clavan en el alma y ya jamás podrás olvidar, es algo realmente muy duro.

Primero ver, escuchar y oler…

Pero ya no es solo la entrada de los camiones. En algunos mataderos también vemos como los descargan, con golpes y palos, como chillan, lloran, como caen unos encima de otros, algunos incluso mueren… Ver todo eso, escucharlo y olerlo (porque el olor lo impregna todo), no es fácil de gestionar, como así nos pasó durante nuestra estancia en el macromatadero de Binefar, un mamotreto diseñado para matar a más de 30,000 cerdos al día. Son experiencias que se quedan grabadas por siempre.

El apoyo del grupo hace mucho, no cabe duda. Pero cuando la vigilia acaba, tú vuelves a tu casa sola, con tu familia, con tus vecinas o amigas… Y la mayoría, por desgracia, no entenderán jamás ni porqué lo haces, ni mucho menos los sentimientos o sensaciones que te producen.

Y luego de vuelta al Matrix

Hacer una vigilia y volver a la realidad de nuestro día a día es equiparable a entrar y salir del ‘Matrix’, como Neo y Trinity lo hacían en la película del mismo nombre. 

Algunas personas, incluso veganas, cuestionan la eficacia de este tipo de activismo. Desde nuestro punto de vista su eficacia está más que demostrada cuando las vigilias llevan ya más de una década haciéndose por numerosas ciudades de todo el mundo cada semana.

¿Para qué sirven las vigilias?

Las vigilias sirven, fundamentalmente, para visibilizar el horror de la industria. Para demostrar que detrás de ese trozo de carne en el supermercado había un ser que sufrió, que lloró y gritó por su vida, porque no quería morir. Sirven para acercar esas miradas, que son exactamente iguales a las de los animales con los que compartimos hogar, o incluso como las nuestras. Sirven para concienciar a las personas y mostrar al mundo la realidad detrás de su “comida”.

En nuestro canal de Youtube tenéis un par de vídeos donde se explica muy bien en qué consiste una vigilia, en ambos casos fueron en un matadero de cerdos de las afueras de Madrid. Siempre que nos escribís para pedirnos información sobre vigilias, porque os apetece comenzar a hacer ese tipo de activismo, os recomendamos  ver estos vídeos porque creemos que lo expone muy bien y se aprecia todo el dolor, el miedo, la rabia, la impotencia…

Un poco de historia de las vigilias veganas

Las vigilias nacieron en Canadá en el año 2007, de una manera totalmente improvisada, cuando un grupo de vecinos de las afueras de Toronto eran testigos de cómo miles de animales pasaban por las puertas de sus casas a diario camino al matadero más cercano. Veían como iban transportados esos animales, veían su sufrimiento y decidieron dedicarles dos minutos en una última despedida antes de ser asesinados.

Rápidamente el colectivo creció y se ha ido extendiendo a varias ciudades y países. Siendo en el mundo anglosajón muy habituales, a nuestro país han llegado como hace un par de años.

El colectivo internacional que engloba la mayoría de ciudades que llevan a cabo este tipo de acciones se llama Animal Save. En España está ya extendido en varias provincias y nosotras pertenecemos a Animal Save Madrid y solemos hacer las vigilias con ellas. Pero aquí otros colectivos también las hacen, como Efam, un colectivo ecofeminista antiespecista del que también formamos parte.

Normalización de la violencia

un montón de crotales ensangrentados en el suelo del matadero

¿Realmente tenemos tan normalizada la violencia contra los animales o seguimos siendo víctimas de la disonancia cognitiva que nos hace amar a unos y comernos a otros? ¿O acaso una realidad no es sino una inevitable consecuencia social de la otra?

Sea como sea, el caso es que si vemos a una persona golpeando y maltratando a un perro enseguida o le increparíamos o llamaríamos a la policía. De hecho, la mayoría de personas se consideran amantes de los animales e incluso muchas se definen como animalistas. Pero, ¿puedes considerarte realmente amante de los animales cuando te los comes o los usas para vestimenta o divertimento?

Nosotras pensamos que no. Puedes amar a los perros, a los gatos, a los animales salvajes e incluso no estar de acuerdo con circos o zoos, y ya es un gran paso, pero, aún así, eso no te hace ser un amante de los animales ni mucho menos animalista. Porque para ser una verdadera amante de los animales no debes explotarlos, ni torturarlos ni asesinarlos. Y tampoco pagar para que otras personas lo hagan por ti.

Porque aunque no lo quieras ver, un cerdo, una vaca o un pollo sufren y sienten exactamente lo mismo que tu adorado perro o gato. Incluso en el caso de los cerdos más, dada su alta inteligencia equiparable a la de un niño de 3 años.

Entonces, ¿cómo es posible que ni nos inmutemos cuando vemos carnicerías y supermercados exhibiendo trozos de cadáveres sin ningún tipo de reparo? Pues justamente por la cosificación. Porque hemos cosificado a esos seres sintientes despojándoles de todo resquicio de vida y se sentimientos.

En cambio si estuviésemos en un mercado, por ejemplo de Asia, dónde venden para consumo humano trozos de perros o gatos probablemente lo primero que nos darían serían arcadas….

Por lo tanto, esa normalización de la violencia es relativa, porque no es aplicable para todos los animales y varía en función del contexto cultural en el que nos encontremos. Por eso, aunque hablamos de la normalización de la violencia, esa normalización queda relegada solo a unos determinados animales, a los que nos comemos, con los que nos vestimos o a los que explotamos para nuestro propio beneficio en Occidente.

Nos han hecho creer que esa violencia es necesaria, nos han hecho creer que debemos comernos a los animales para poder vivir, incluso que la caza mantiene la biodiversidad y favorece el equilibrio entre los ecosistemas. Pero deberíamos alinear nuestro razón con nuestro corazón, y no anteponer la gula a la vida de seres inocentes que sienten exactamente igual que nosotras.

BINÉFAR, un monstruo de hormigón, sangre y muerte.

Tras un maravilloso mes de agosto de vacaciones, decidimos pasar los últimos tres días en la vigilia que Barcelona Animal Save había programado en el macromatadero de Binéfar (Huesca).

Para las personas que todavía no lo sepan, este año ha entrado en funcionamiento el macromatadero que ostenta el título del mayor matadero de cerdos de Europa y uno de los más grandes del mundo. En este complejo se matarán 32.000 cerdos al día, 160.000 a la semana, 7 millones al año… Pero lo que es más terrible aún, si cabe, es que el 85% de esta carne irá destinada al consumo de países emergentes como China.

Problemas medioambientales asociados

Este monstruo de hormigón, sangre y muerte conlleva además otros problemas relacionados, como los medioambientales o laborales. Para comenzar, el suelo dónde está construido, 28 hectáreas, eran suelo no urbanizable. Irónicamente, hace no mucho pasó a ser considerado, para poder llevar a cabo el proyecto, suelo urbanizable industrial delimitado.

Se ha construido, además, una subestación eléctrica y una red de media tensión soterrada exclusiva del matadero. Según se desprende del informe técnico registrado en el Ayuntamiento de Binéfar, este macromatadero emitirá 126 toneladas de CO2 cada día, el equivalente al que absorben 6.500 árboles al año, y 1,3 millones de metros cúbicos de basura contaminante cada año.

Detrás del macromatadero hay un gran depósito de agua que actualmente se puede rodear caminando (de hecho nosotras lo hemos hecho). Y cuando el macromatadero empiece a funcionar a pleno rendimiento necesitará el equivalente a dos piscinas olímpicas. 5.000 metros cúbicos de agua cada día, 60 litros por segundo, en una de las zonas de España dónde existe ya un fuerte problema de desertización.

Otras irregularidades en su construcción

Pero esto no es todo, ya que también han existido numerosas irregularidades durante el proceso administrativo. Por ejemplo, en todo este proceso de construcción y permisos, hubo alegaciones de diversa índole; administrativa, social, de sostenibilidad, etc. Curiosamente fueron retiradas, todas ellas, al poco tiempo, por los propios denunciantes.

Ha existido un silencio total de la administración de Aragón, de los sindicatos a excepción de la CGT, de los partidos políticos (mención especial a PSOE y Podemos que son quienes gobiernan aquí) y también grupos ecologistas. Incluso las tierras donde está el macro matadero eran de un concejal de Podemos.

Dueño supuestamente vinculado a la Mafia

Por si esto fuera poco Piero Pini, el empresario italiano fundador y presidente del Grupo Pini, se ha visto inmerso en problemas con la justicia por fraude fiscal. En 2016, Pini fue detenido en Polonia. Fue acusado de una supuesta estafa que, según la Fiscalía de aquel país, habría realizado a través de una empresa similar a la que está funcionando en Binéfar. Volvieron a detenerle por el mismo motivo en Hungría en marzo de 2019 por riesgo de fuga, ocultamiento, intervención ilícita en el procedimiento y riesgo de repetición. Y fue liberado tras el pago de una fianza de 2.231.000€.

Este macromatedero se intentó construir en otros tres países de Europa, entre ellos Italia, país de donde es originario su promotor, y en todos ellos las administraciones se negaron. Excepto en España, que no solo no nos hemos negado, sino que se le han dado todas las facilidades para su construcción. Porque a pesar de los escándalos públicos de Piero, la consejera de Economía e Industria del Gobierno de Aragón, Marta Gastón, remarcó que los asuntos “personales y privados” del empresario italiano detenido en Hungría no tienen por qué entorpecer el desarrollo empresarial del proyecto. Y nos preguntamos, ¿por qué el Gobierno aragonés ocultó supuestamente los antecedentes policiales y delictivos que precedían al italiano? ¿Acaso lo ignoraban?

Explotación Laboral

Y como no, (en total sintonía con este modelo de negocio, dónde se juntan la muerte de miles de vidas inocentes diarias, las presuntas irregularidades en el proceso administrativo y el alto deterioro del medio ambiente), nos encontramos también con las nefastas condiciones laborales expuestas por las antiguas trabajadoras de sus otras empresas. Los testimonios recogidos hablan incluso de condiciones de semi-esclavitud. Dijeron que no había ni tiempo para mirar atrás en la cadena, dónde jamás se detenía la carne que llegaba por la cinta y que cuando iban visitantes, se reducía la velocidad de la correa a doscientos cerdos por hora, pero que, en condiciones normales, iba mucho más rápido.

Y todo ello amparado bajo las subcontratas, para eludir así cualquier tipo de responsabilidad sobre las supuestas nefastas condiciones laborales en las que prestaban sus servicios las trabajadoras de este sector. De hecho, se contrataban principalmente extranjeros, romaníes y cuanto más vulnerables, menos afectos a los sindicatos y más incapaces de hacer valer sus derechos, si es que en verdad los conocían, mejor.

Binéfar y sus alrededores son un lugar terrible, dónde se respira muerte, dolor y sangre en cada esquina. Ir por sus carreteras es ir viendo camión tras camión llenos de animales de camino al matadero. Todo está lleno de granjas y mataderos y la gran mayoría de sus habitantes se dedican a la explotación animal de una u otra manera.

Solo deseamos que este matadero cierre lo antes posible y que este despropósito sea el último del que tengamos que ser testigos.

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